lunes, noviembre 09, 2009

Un día de mi vida

Era un día de invierno, a las 2:40 de la madrugada, leía un cuento del “Libro de Arena” de Jorge Luis Borges.

Mis ojos percibían las letras impresas, mis dientes chillaban del frío, mis pulmones absorbían la nicotina del tabaco y mi corazón expulsaba sus tristezas.

El paso de la hojas hacían leve mi dolor mientras que un café me cambiaba el humor con su olor.

Cerré el texto y me dispuse a ver las estrellas, aquellas que brillan siempre sin extrañezas.

Entonces, el sonido vago de un grillo me mostró nuevamente que tu imagen era una obstinación.

Tomé un bolígrafo y me puse a escribir todo aquello bello que de ti pude discernir.

Letra a letra, pensamiento a pensamiento, sacaron de mi hasta el último aliento.

Mucho de lo que te escribí fueron adjetivos, mucho lindos y otros muy bellos. Todos empezaban en ti y terminaban con tu nombre.

Es así, que en ese momento decidí que a lo largo de mi vida iba a escribir y en periodista y escritor me iba a convertir.

Es por ello que a cada momento, cada vez que escribo te recuerdo y agradezco, lo que soy y ahora tengo.