lunes, febrero 05, 2024

 La vida, el destino y las almas


Esta experiencia llamada vida todo lo cambia o transforma, y durante más de 15 años te he visto cambiar, ser y no ser, para renacer. 


Contigo aprendí el acto de dar, no juzgar duramente – todavía trabajo eso –, ayudar, convivir, enseñar, no pensar en los otros y amar sin condiciones. Pero también percibí el acto de dejar ir, decir adiós, y crecer con cierto dolor. 


Muchas veces te añoraba pero me aferraba a una dualidad, a un destino y a un supuesto deber que ni yo creía. Solo era un impulso de pasión y confusión. 


Tras pasar una parte del sendero vivencial con escollos y tristezas, hoy te amo más y percibo con la visión que no observa la vida común, sino tu alma. 


Mi amor por ti ha pasado por la intensión de poseerte siempre, a comprender a vivir experiencias de libertad donde nuestras almas puedan fluir. Y mientras, creo el camino para viajar contigo, pero en este proceso te extraño tanto que mis lágrimas reflejan tu imagen y mi mente se obnubila de cosas negativas e inseguridades que estoy dejando. 


Pero no hay día en que no te piense y reflexione cómo te amo. Y entonces cambio, cambio eso que pensé bien por años, por que aprendo de ti, pero eso me duele, duele convertirse en otro. 


Incluso con ese raro dolor, el amor por ti Ariadna ha crecido, madurado, se ha consolidado y me hace feliz. Contigo Ariadna he conocido otro lado de la vida, y espero así, amándote, que tu vida sea bella y mejor al sentirme. 


Entonces con mi alma glorificada por tu ser, esperaré verte – en unos meses – en otras vidas. Así lo que unió el Gran Hacedor del Universo, nuestras vidas, jamas lo podrá separar otro ser. 


Seamos un destino, seamos un infinito, seamos un amor inconmensurable, seamos tu y yo. El complemento del todo, somos, seamos, Ariadna y yo.