sábado, febrero 25, 2012

El Esperar lo Inesperado


Sé, entonces, que tendré que esperarte miles de días para que en una noche se olviden las tristezas que amenazaban tu vivir, y aunque sólo me queden esperanzas de una gran añoranza, esperaré sin ninguna condición.

Y los días con sus noches vendrán, pasarán entre nuestros ojos y con nuestros miedos y éxitos, ambos estaremos ahí, en los lugares que dijimos estaríamos y que dejamos al azar del destino.

Sin embargo, a pesar del tu gran encanto y de tu sufrir, mi viveza y grandeza se debilitan, me confunden y aturden, me encantas y me desencantas. Así me siento y así a veces no me siento cuando hablo contigo, es así como te siento ahora. Pero las circunstancias, la vida, enfermedades y pesares, no serán lo suficientemente severos como para que te deje de pensar.

En días y noches me pongo a visualizar cómo es que podrías explicar eso a lo que tienes miedo, qué será el modo de dejarlo en el olvido. Sin embargo, sé que gran parte de lo que percibes lo puedes dejar de concebir, y entonces, el miedo se elevaría al alba para fundirse con los astros que pongo a centellear por ti.

Mientras pasan los momentos y el destino nos acerca, trataré de mejorar eso que contigo he podido dirimir, esas situaciones que, como las tuyas, sólo uno puede terminar. Quiero y sé que estaremos bien para ese instante, ese que se extenderá, uniéndonos, de forma singular.

Tan sólo quisiera que sepas que aunque la vida pase tu permanencia será constante, y aunque distante, las almas por sí mismas buscarán sus caminos, senderos que nos llevarán a los más inmaculados terrenos de lo posible de imaginar. Tendremos el mundo entre nosotros, ya que cada acción vivirá por y para nosotros.

Dadas las circunstancias, me quedaré esperando una señal divina, la cual me indique tu presencia y viveza. También te escribiré muchas historias, las mismas que serán parte de nuestras vidas por vivir.

Esperaremos como el invierno a la primavera, como la vida a la muerte, como el amor a la tristeza, pero nosotros aguardaremos solos para conformarnos en una unidad intangible pero creciente que podrá desaparecer.

La vida, solamente ella. nos dirigirá al bello porvenir, para ti, par mí, para ambos.
¡Vivamos!